
Leola aprende a leer y escribir, a pensar por si misma, a equivocarse...
Estamos ante una historia de iniciación y como toda novela de aprendizaje, la protagonista pasa por varias fases de transformación o “muerte” de una parte de su ser. Desde la primera en que debe convertirse en hombre para sobrevivir, al momento en que abrumada por la culpa se hace mercenario de Sangre, castigándose a sí misma al convertirse en lo que más odia, o la recuperación final de su identidad femenina, liberándose de esa cárcel de metal que ha llegado a odiar. Así mismo, se trata de una historia circular, que acaba en el mismo lugar en que empieza 25 años después, culminando con varios reencuentros que explican a Leola lo que fue de algunas personas de su vida.
La Historia del Rey Transparente, que se intenta relatar tres o cuatro veces a lo largo de la novela nunca se puede terminar porque quien la empieza nunca puede acabarla.
Esta novela atrapó mi atención desde el principio porque logra mantener la intriga respecto a si será descubierta la identidad de la protagonista. La trama por momentos resulta inverosímil y además los hechos históricos que presenta no necesariamente ocurren cronológicamente, no hay datos, ni fechas, ni personajes reales, salvo un par de ellos como la propia Leonor de Aquitania y su hijo Ricardo Corazón de León, a quien presenta como un joven encantador martirizado por sus tendencias homosexuales.
Se trata de una novela “feminista”, en cuanto que hay un espíritu femenino tiñéndolo todo, y Rosa Montero logró plasmar el ímpetu de todas aquellas mujeres que alguna vez se han sentido discriminadas frente a un hombre, aun sabiéndose más capacitadas, o las que en cierta ocasión se hayan planteado huir de la tiranía y saltarse las reglas escritas para su género. Sin embargo, resulta cruel para nosotras que después de casi mil años las mujeres sigan padeciendo la misma discriminación que Leola, Nyneve, Dhouda (una condesa que se enamora de la protagonista) y todas las demás damas que aparecen en la novela.
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