Alessandro Baricco presentaba la edición italiana de Seda con estas palabras: "Ésta no es una novela. Ni siquiera es un cuento. Ésta es una historia. Empieza con un hombre que atraviesa el mundo, y acaba con un lago que permanece inmóvil, en una jornada de viento. El hombre se llama Hervé Joncour. El lago, no se sabe."
Seda es una historia sencilla. Podríamos simplificar si dijéramos que es una historia de amor. Amor en silencio, que desconcierta. Sin embargo, no seria del todo cierto.
A través de la vida de Hervé Joncour, el autor nos cuenta la historia de dos pueblos que se ignoran en el mapa; la de muchos hombres y mujeres que adornan la narración. Hay ritmos, pausas, colores descritos para ser vistos con los ojos cerrados. Hasta parece ser posible la sensación de tocar.
Hervè Joncour trabaja comprando huevos de gusanos de seda. Debido a una epidemia debe viajar hasta Japón para adquirir huevos sanos lo que le lleva a enamorarse de una extraña mujer a la que ni siquiera puede tocar. A partir de ese momento todo cambiará a su alrededor, la relación con su mujer, su inquietud por volver al Japón, pero él sabe que ese es un amor imposible.
Me gustan las novelas cortas porque las puedes leer en cualquier momento. Sin embargo es un tema manido, la infidelidad, el amor imposible, y a veces hasta recuerda a alguna otra cosa que hayamos podido leer; pero la forma en que está escrito, su concisión, el logro de contar todo lo que cuenta con tal economía de palabras puede llegar a conmover... a otros. A mí me pareció demasiado poético, sensible y almibarado, a pesar de las descripciones eróticas, y de escaso contenido. Parece más un cuento estirado para llegar a ser una novela.
Fue llevada al cine por Françoise Girard en 2007, rodada en inglés y japonés, cinco países colaboraron en la producción de Seda, una película lenta hasta el sopor y absolutamente literaria, lo mejor, ver a Keira Knightley en uno de esos papeles románticos que le quedan tan bien.
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