Misericordia es una novela de Benito Pérez Galdós
publicada en 1897.
Refleja
la vida cotidiana de las clases humildes de la sociedad madrileña de finales
del siglo XIX, haciendo una crítica de la sociedad contemporánea desde un punto
de vista progresista.
Galdós es
el pintor literario
del Madrid decimonónico que recrea a lo largo de toda la novela: sus calles, sus barrios más
populares, los cafés y las tabernas, los figones y casas de dormir, los cajones
comerciales de algunas plazas, los oratorios e iglesias, los cementerios. Y
junto a ello una magnífica colección de personajes que se mueven de lo real a
lo imaginativo, de lo tangible a lo simbólico en una cuidada mezcla que se
extiende a través de toda la obra. Misericordia nos sumerge en los estratos más
bajos del Madrid de la época, en contraste con la gente acomodada pero venida a
menos. En ella encontramos una espléndida pareja de figuras: el moro ciego
Almudena y la criada Benina, que representa la exaltación de la caridad. La historia de Benigna, la fiel sirvienta que
mendiga para mantener a su señora sin que ésta lo sepa, permite a Galdós
profundizar en un tema que le interesa especialmente: la religiosidad hipócrita
y rutinaria de la burguesía en contraposición a la generosidad y la altura
moral de una persona humilde.
En la obra Galdós critica a la
sociedad desde un punto de vista progresista, pues defiende a la clase media
frente a la aristocracia y a la Iglesia, culpables estas últimas, a su entender,
del atraso cultural de España. ¿De qué me sonará esto?
Misericordia, por la
precisión de sus descripciones y el nítido perfil psicológico de sus personajes
se erige en una muestra señera del naturalismo español.
Doña Benigna, o Benina, trabaja como criada para una pequeña casa burguesa
de posición económica elevada. Esta familia pasa por una mala situación
económica, por lo que Benina se ve obligada a mendigar a las puertas de la
iglesia para poder tapar las necesidades de la familia. Doña Francisca, a pesar
de su pésima situación, no renunciará a su anterior y elevado nivel de vida.
Para doña Francisca, la imagen y el orgullo son muy importantes y no renunciará
a su imagen de mujer rica, lo que le impide trabajar. Benina mendiga a sus
espaldas y para justificar el dinero que consigue mendigando, dice haberlo
ganado trabajando en la casa de un sacerdote.
Benina pasa por multitud y complejas situaciones para ayudar a su ama,
desde ir a la cárcel por mendigar en la calle hasta aguantar que un grupo de
jóvenes la apedreen. Cuando Benina está en la cárcel, su señora y amiga
Francisca está muy preocupada por ella. La señora recibe una herencia
millonaria que la sacará a ella y a su familia de la miseria, y que traerá
asimismo varios problemas.
Benina regresa a su antigua casa, en la que todo ha cambiado. Juliana, que
es la nuera de Doña Francisca, está ahora al mando de la casa y contrata a otra
sirvienta, que intenta convencer a su señora de que Benina no es buena persona
y que ya está demasiado mayor como para realizar bien las tareas domésticas.
Doña Francisca se niega a volver a contratarla y como recompensa por sus años
de servicio le dará una pequeña suma de dinero diaria.
Al final de la obra, Benina perdona a
Francisca y continúa con su compañero Almudena, quien padece de lepra; ella
permanecerá en todo momento a su lado para poder ayudarle.
La narración de Galdós es totalmente realista,
sus personajes me han parecido increíblemente humanos y desgraciadamente
muy actuales, personas que pueden existir realmente, que tienen problemas, que
luchan para sobrevivir día a día y que tienen corazón. Y todos muy bien
caracterizados, con su propio lenguaje adaptado a sus circunstancias. Esto
mismo ocurre con sus descripciones de lugares. Cada vez que describía un lugar
concreto, podía visualizarlo completamente en mi mente, con todo tipo de
detalles, hasta los más pequeños e insignificantes.
Resulta significativo el
empleo de muchos de los nombres propios que utiliza en la narración y que se
identifican con la psicología de los personajes. Así, por ejemplo, la
mendiga se llama Benigna por su bondad; Doña Perfecta recibe este nombre
irónicamente.