Casa de muñecas fue la primera obra dramática de Ibsen que causó sensación. En la actualidad es quizá su obra más famosa y su lectura es obligatoria en muchas escuelas y universidades. Cuando Casa de muñecas se publicó generó gran controversia, ya que critica fuertemente las normas matrimoniales del siglo XIX. Aunque Ibsen negó que su obra fuera feminista, es considerada por muchos críticos como la primera verdadera obra teatral feminista.
Nora, decide abandonar a su familia tras un conflicto con su marido, por lo que su conducta anticipa ciertas pautas de la liberación de la mujer que se desarrollarán a lo largo del siglo XIX. La determinación de Nora al abandonar a su marido hace de Casa de muñecas una obra teatral revolucionaria.
Es una aguda crítica sobre los tradicionales roles del hombre y de la mujer en el ámbito del matrimonio durante la época victoriana. Casa de muñecas describe la situación en la que se encuentra la protagonista Nora, y de la cual intenta salir. Su padre es un hombre conservador y bien situado socialmente, sin embargo trata a Nora como si fuera de su propiedad. Su marido, Torvald Helmer, no se diferencia mucho del padre y la considera también como un objeto más, como una "muñeca", con la que jugar, orgulloso de exhibirla ante los demás.
Desde los primeros diálogos, la impresión que tenemos de la protagonista es la de una mujer que se comporta como una nena caprichosa que juega y se divierte todo el día, encapotándose por motivos fútiles. La mutación y la concientización de Nora advienen cuando finalmente entiende que su marido no era en realidad esa noble persona que ella creía, y que su rol en ese matrimonio había sido el de una simple y bella marioneta, forzada a vivir en una casa de muñecas.
El drama de Nora Helmer, su protagonista, y su portazo final, es un alegato antimachista vigente, desgraciadamente, en nuestra sociedad a pesar del tiempo transcurrido.
Ibsen plantea en esta obra, con el matrimonio Helmer, la relación entre sexos. Según sus propias palabras:
“Existen dos códigos de moral, dos conciencias diferentes, una del hombre y otra de la mujer. Y a la mujer se la juzga según el código de los hombres. [...] Una mujer no puede ser auténticamente ella en la sociedad actual, una sociedad exclusivamente masculina, con leyes exclusivamente masculinas, con jueces y fiscales que la juzgan desde el punto de vista masculino.”
¿Os animáis?, pues aquí dejo un enlace: LEER Casa de Muñecas