Leí este libro cuando ya no era una niña, estaría rondando los 17 años, una amiga me lo regaló por mi cumpleaños, me regaló "un sueño" dijo ella, y así fue.
¿Por qué Alicia es un libro tan leído y tan citado en el mundo anglosajón?
Este precioso libro está lleno de vivencias sabrosas, de evocaciones misteriosas y de introspección cultural.
No es sólo un cuento infantil ideado para una niña real por la que Carroll siempre sintió un extraña devoción, es algo más, es el sueño de toda una cultura, el libre deambular de mecanismos dispersos de una ideología histórica caracterizada por su autodisciplina y una formidable represión de instintos.
La lectura de Alicia tiene una fuerza hipnotizante, a la que contribuyen el estilo rápido, la secuencia inesperada de situaciones, la intensidad de los ambientes y, sobre todo, la seguridad con que el lector se va cerciorando poco a poco de un extraño sentimiento, de una especie de "reconocer" a un mundo que él también ha vivido.
Surcando la tarde dorada,
nos lleva, ociosos, el agua,
pues son bracitos menudos
los que empuñan los remos
pretendiendo en vano con sus manecitas
guiar nuestro curso errante.
¡Ah! ¿Qué crueles las tres!
Sin reparar en el bálsamo de aquel día
ni en el ensueño de aquella hora
¡exigen un cuento de una voz sin aliento
que ni una pluma puede soplar!
Pero ¿qué podría voz tan débil
contra el porfiar de esas tres?
Prima, imperiosa, fulmina su edicto:
"¡que empiece el cuento!"
Secunda, con tono más amable, desea
"que no sean tonterías".
Mientras que Tercia interrumpe el cuento
no más de una vez por minuto.
Impuesto, al fin, el silencio
la imaginación las lleva
en pos de esa niña soñada
por un nuevo mundo de raras maravillas
en el que los pájaros y las bestias recobran el habla
¡y casi creen estar allí de veras!
Y cada vez que ese desgraciado intentaba,
agotada ya la fuente de su invención,
aplazar la narración hasta el siguiente día:
"el resto será para la próxima vez..."
"¡Ya es la próxima vez!", a coro las tres.
Así fue surgiendo el País de las Maravillas
poco a poco; y una a una
el cincelado de sus extrañas peripecias...
Y ahora que el relato toca a su fin,
también el timón nos guía de vuelta al hogar;
alegre tripulación, bajo el sol que se pone.
¡Alicia! Recibe este cuento infantil
y deposítalo con mano amable
allí donde descansan los sueños de la niñez
entrelazados en mística quirnalda de la Memoria
como las flores ya marchitas
ofrenda de un peregrino
que las recogiera en una lejana tierra.
La historia que nos narra el libro se escribió para complacer a una niña real, Alicia Liddell, de diez años, y surgió durante una excursión por el río Támesis que Carroll hizo con ella y sus dos hermanas. A requerimiento de las niñas Liddell, el escritor compuso un cuento que tituló “Las aventuras de Alicia bajo Tierra” del que nacería años después Alicia en el País de las Maravillas.
En el libro aparecen numerosas alusiones en forma de irónica crítica a algunos amigos del autor así como a la educación, la política y la sociedad inglesas. Todo ello envuelto en el surrealismo sugerente de Carroll. Porque este escritor creó un rico universo de personajes y situaciones surrealistas, con fuerte asociaciones oníricas, mucho tiempo antes de que existiera el surrealismo como tal. La locura y la ironía pueblan cada línea de este cuento, como también la fuerza evocadora de sus famosos juegos de palabras y su simbología crítica.
Aquí dejo un enlace por si queréis leerlo: LEER Alicia en el País de las Maravillas
Historia imperecedera, hace muy poco ha vuelto a estar de rabiosa actualidad gracias a la película que ha hecho Tim Burton.
Y para los más peques de la casa no debemos olvidar hacer mención a la dulce y entrañable versión de Alicia en dibujos animados también de Disney.
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